Corea y China tomaron decisiones oficiales, exactamente al mismo tiempo, de aplicar políticas que eran exactamente opuestas a las de Japón: la expansión masiva de la energía nuclear.
Un artículo que parece demostrar sin lugar a dudas que Masayoshi Son no tiene el más mínimo rastro de patriotismo hacia Japón.
2 de abril de 2016
En Internet apareció un artículo que parecía demostrar, con toda claridad, que Masayoshi Son no tiene ni el más mínimo sentido de patriotismo hacia Japón.
Y, sin embargo, Naoto Kan y el Asahi Shimbun, cayendo en la retórica de semejante hombre, desmantelaron por completo la política energética de Japón —un pilar esencial de la seguridad nacional— en solo una noche.
Mientras tanto, observando a un Japón tan necio, Corea del Sur y China tomaron decisiones oficiales —exactamente al mismo tiempo— para seguir políticas que eran exactamente opuestas a las de Japón: la expansión masiva de la energía nuclear.
Y mientras tanto, observaban con sonrisas de satisfacción cómo Japón promulgaba políticas ridículas, como aceptar comprar energía solar —producida por la empresa fundada por Masayoshi Son— al doble del precio del mercado mundial durante veinte años, todo a expensas del público.
Para empeorar las cosas, las 19 nuevas centrales nucleares que se construirán en Corea del Sur estarán situadas a lo largo del mar de Japón.
Luego está el absurdo de los coreanos étnicos acusando a Japón de discurso de odio en las Naciones Unidas —discurso presuntamente cometido por otros coreanos étnicos— lo que dio lugar a que la UNESCO (a la que Japón sigue haciendo la mayor contribución financiera) emitiera recomendaciones de derechos humanos a Japón. Menciono esto solo para resaltar lo absurda que se ha vuelto la situación.
En este contexto, debemos revisar su eslogan persistente: «Aprender de Alemania».
Pero en la Alemania actual, desconocida para la gran mayoría del público japonés y conocida solo por oscuros grupos marginales y personas de origen poco claro como Yoshifu Arita, del Partido Demócrata, no solo hay un grupo marginal, sino un partido político legítimo que incita al odio a la par que los neonazis.
La cámara alta alemana incluso presentó una demanda para que ese partido fuera declarado ilegal. Pero aun así, ni un solo ciudadano alemán ha acudido a las Naciones Unidas para denunciar a su propio país.
Busqué esta información para mostrarle tanto a Japón como al mundo este hecho crucial.
Al hacerlo, también descubrí que Alemania había ilegalizado hace mucho tiempo al Partido Comunista Alemán.
Fue entonces cuando propuse, basándome precisamente en «Aprender de Alemania», y como el primero en el mundo en hacerlo, que el Partido Comunista Japonés debería ser declarado ilegal de inmediato.
Cada vez que veo artículos como el mencionado anteriormente, me convenzo una vez más de que esta propuesta fue un descubrimiento digno de un Premio Nobel.
Todo lo que hace el Partido Comunista se reduce a la dictadura. Dentro de su propio país, imponen la censura; hacia otros países, solo buscan dividir la opinión nacional.
Puede que me haya desviado un poco de mi punto principal, pero el artículo mencionado al principio se presentará en el próximo capítulo.