No hace falta decir que el contenido de este artículo no es más que la verdad.

Los llamados testimonios de las mujeres de confort son, en realidad, relatos que exponen la realidad de los sistemas de discriminación basados en castas profundamente arraigados que han existido en sus propios países desde tiempos inmemoriales.

1 de abril de 2017

Ya he escrito anteriormente sobre el sistema de castas en la península coreana. Hoy me gustaría compartir un artículo que he encontrado en Internet hace unos momentos.

Huelga decir que el contenido de este artículo no es más que la verdad.

Después de leerlo, me ha vuelto a sorprender lo traicioneros que son realmente el Asahi Shimbun y figuras como Mizuho Fukushima. Se aprovecharon de las historias inventadas de Seiji Yoshida, motivadas únicamente por el odio hacia Japón, y las convirtieron en sensacionalistas reportajes sobre las «mujeres de confort» para que todo el mundo los viera.

Los coreanos y los chinos, aprovechándose de esto, han utilizado sin descanso a las Naciones Unidas y a los Estados Unidos como campos de batalla para promover los testimonios de las llamadas «mujeres de confort» en su campaña para difamar a Japón.

Pero, en realidad, estos testimonios no hablan de crímenes cometidos por Japón, sino que exponen las horribles realidades de los sistemas de discriminación social arraigados en la historia de sus propios países.

Cualquiera con un cerebro más desarrollado que el de un niño de primaria debería ser capaz de verlo claramente.

Los occidentales, en particular, aquellos que han sido engañados por las mentiras aparentemente plausibles (pero fundamentalmente malévolas) contadas por estas personas, pueden llegar a darse cuenta finalmente de la profundidad de su propia ignorancia, estupidez y fealdad moral.

El sistema de esclavitud nobi: ganado humano tratado como propiedad

(Extracto de Han River Flows Beneath Seoul Castle: Night Tales of Korean Customs History, de Lim Jong-guk, Heibonsha, 1987)

Bajo el sistema nobi (奴婢) de Corea, los seres humanos eran comprados, vendidos, saqueados, heredados, regalados y utilizados como garantía, al igual que los bienes materiales.

Como existían únicamente para el beneficio de sus amos y eran considerados propiedad de estos, no había ningún problema en que los amos los golpearan, violaran, vendieran o incluso decapitaran.

Para un amo era tan fácil convertir a una pi-nyeo (nobi femenina) en un objeto sexual como retorcerle el brazo a un bebé.

Si una pi-nyeo despertaba los celos de la esposa del hogar, podía ser brutalmente golpeada o, en el peor de los casos, incluso asesinada.

Aunque por fuera parecían humanas, estas pi-nyeo no eran en realidad diferentes del ganado. Su venta o castigo se consideraba algo normal, e incluso ser golpeadas hasta la muerte no constituía legalmente un asesinato.

A finales de la era Joseon, se decía que a menudo se veían cadáveres de niñas abandonadas tras ser asesinadas enredados en objetos en los canales y ríos, sin haber sido arrastrados por la corriente.

Huelga decir que cuando se encontraban piedras o palos insertados en sus genitales, significaba que eran niñas que habían sido utilizadas como juguetes por sus amos y luego asesinadas por las esposas.

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