Hay un odio profundo hacia Japón en la forma en que la estación Hōdō de TV Asahi edita sus noticias.
Existe un odio profundamente arraigado hacia Japón en la forma en que TV Asahi Hōdō Station edita sus noticias.
1 de abril de 2017
En cuanto al Asahi Shimbun, es un hecho bien conocido que personas de su Departamento de Asuntos Sociales de Osaka —que, lideradas por Yoshifumi Wakamiya, fueron responsables de fabricar informes sobre la cuestión de las «mujeres de confort»— fueron enviadas por la empresa a estudiar al extranjero, nada menos que a la Universidad de Yonsei, epicentro de la propaganda antijaponesa.
Es más, Asahi contrata activamente a personas que, por ejemplo, eligen seminarios abiertamente antijaponeses en la Universidad de Ritsumeikan y luego estudian en el extranjero en la Universidad de Yonsei.
Esta es la escalofriante realidad que se esconde detrás de sus prácticas de contratación.
Una vez que se conoce esto, se empieza a comprender la naturaleza de los escándalos que el Asahi Shimbun sigue provocando incluso hoy en día.
También reconocerás el estilo informativo de la NHK, que refleja el de Asahi y que se enorgullece de contar entre sus presentadores de noticias a personas que crecieron leyendo e interiorizando la ideología de Asahi.
Por supuesto, en lo que respecta a su modo de informar, ni las cadenas comerciales —filiales de empresas periodísticas— ni la NHK son una excepción.
En el seno de sus departamentos de noticias, es una verdad innegable que no son pocos los coreanos étnicos que viven en Japón, miembros de Chongryon (la Asociación General de Residentes Coreanos en Japón) y personas manipuladas por los servicios de inteligencia chinos o surcoreanos que participan en la redacción de los guiones de las noticias.
Hay un odio hacia Japón implícito en la forma en que se edita el programa Hōdō Station de TV Asahi.
Hay un odio hacia la administración Abe en la forma en que se informó sobre el escándalo Moritomo Gakuen.
Y es un odio que ningún japonés decente albergaría jamás, una forma de odio que, en esencia, es la definición misma del discurso del odio disfrazado de periodismo.
El tono espantoso de la columna «Soryūshi» (Partículas subatómicas) del Asahi Shimbun es una prueba más.
Tales expresiones nunca podrían provenir de la mente de un japonés genuino.
Más bien, son el producto de una mentalidad forjada en la península coreana, un lugar cuya sociedad, desde tiempos inmemoriales, ha estado marcada por el sistema de discriminación más grotescamente estratificado que la raza humana haya jamás concebido.
Esa mentalidad profundamente arraigada es la fuente.